martes, 13 de septiembre de 2022

La historia de la canción sin letra

Hace unos días he vuelto de mis vacaciones por dolomitas. Ha sido una experiencia primogénea, muchas cosas han sucedido, muchos pensamientos me han dado vuelta por la cabeza. En este momento estoy en casa, solo y relajado, tratando de poner en orden algunas ideas. Una ha aparecido. 

Hace algunos años leí un cuento de Casciari sobre un tipo que fue a una presentación de un libro o de la revista Orsai que se hacía en el bar de Orsai o en un teatro. No lo recuerdo bien, ese es el quid de la cuestión. Es posible que no haya sido un cuento si no que en realidad sea un relato y es posible que no lo haya escrito Casciari en su blog si no que lo haya publicado en la revista. Tampoco recuerdo el nombre de ese texto, ni cuando se publicó. Lo que sí recuerdo es el impacto que tuvo en mí, en la fuerza del deseo y la inmensidad de la fantasía. En la cabeza recuerdo que el éxito del suceso imposible me deleita, cuando suceden esos hechos raros y rebuscados uno atrás del otro encadenados por la casualidad y la dificultad de creer que realmente haya sucedido lo que ha sucedido siento que mi cabeza se conectan cosas maravillosas de la misma forma que uno siente los efectos de las drogas más coloridas. Creo que por eso me fascina y me aterra Borges. Pero en el resto del cuerpo sentí deseo, profundo deseo. 

El cuento o relato iba sobre un pibe que iba a una presentación de la Revista Orsai en el Bar Orsai de Casciari. Es posible, mejor dicho es seguro que esté equivocado, pero es que así es como lo recuerdo. 

En el cuento, el pibe iba a la presentación de Casciari el mismo día que era su cumpleaños. Por algún motivo llega tarde o se pierde la presentación y esa noche, que llovía, se queda dando vueltas por la ciudad. El pibe conoce una piba y ven de aquí para allá tonteando por la ciudad teniendo pequeñas aventurillas nocturnas, pisando charcos, hablando con extraños, corriendo para alejarse de sombras que lo perseguían hasta que se dan cuenta que ha sucedido lo que todos esperábamos que suceda. Se habían enamorado. Ella confiesa que también era su cumpleaños y que no quería volver a su casa por algún motivo que tampoco recuerdo. Me gusta pensar que ella quería estar sola ese día pero que en algún momento elije gastar su tiempo con el pibe. 

Cundo se dan cuenta que se enamoraron se desarman a besos, a caricias, conociéndose vertiginosamente sus cuerpos y sus almas y sus deseos y sus olores profundos y privados que nunca habían sido mezclados antes y que se desean. Hacen el amor, me gusta pensar que mantengo su privacidad al no recordad nada sobre ello. 

Al final de la noche toman un taxi. Aún llovía, aún era el mismo día del cumpleaños del pibe y el cumpleaños de la piba y el taxista que era de la india pero muy perceptivo les cuenta un secreto, que es la segunda cosa que recuerdo muy bien: Les cuenta que, según sus creencias, si dos personas que cumplen años el mismo día tienen sexo ese día, un portar universal se abre de tal forma que mientras estén juntos una lluvia de fortuna, placer y la felicidad caerá sobre sus vidas, iluminándola y dándole un montañas y montañas de dones. 

Esta historia muy mal contada me impactó, como dije antes. Hace poco conocí alguien que me gusta mucho que cumple años el mismo día que yo, primera vez que me pasa. Es bonito fantasear, es lindo pensar que tienes ganas de conocer alguien y de vivir una aventura, de dejarte conocer, de disfrutar y que te disfruten y ahí nomás me aterré. 

Nada, la cosa termina ahí. Hay una inquietud que me dejó el viaje, hay una mujer con el pelo celestial que me recordó una fantasía, hay el final de un relato que no sabe terminar y finalmente hay el título de un relato que no se explica por sí mismo.