martes, 26 de junio de 2012

Simón dice... Piensa


He leído el Blogg de trabajo de hormiga y me he dado cuenta de que debo escribir sobre las cosas que pasaron por mi cabeza. Hay dos cosas que me han interpelado y otras que simplemente deseo contar. Las palabras son llevadas el viento, pero si están escritas le cuesta un poquitito más.
Algo que me gustó es la cantidad de veces que está escrita la palabra lucha (6 veces en un par de renglones). Para mí luchar es como estar en permanente cambio, la lucha es pedir, buscar y rebuscar. Es no quedarse conforme con el estado en que estoy, es pedir más, pedir mejor, pedir para todos. Muchos han luchado antes que yo y a ellos les debemos lo que tenemos, nos parezca bueno o no. La lucha es algo radical, es entender que a pesar de trabajar de saco y corbata podemos ser esa fuerza que puede cambiar lo instituido para ser una fuerza instituyente. Es no aceptar el robo, los ideales particulares en desmedro de los ideales comunes. No se puede hablar de lucha sin hablar de política y de cultura, no se puede hablar de política sin estado y de cultura sin historia,  por lo que no podemos hablar de lucha sin hablar del estado y de su historia. Lo importante de la lucha es que cada uno sepa porque lo hace y no se deje alinear a un movimiento político por la fuerza de la lucha en sí, como se alinea un insecto que choca una y otra vez con una lámpara incandescente.


Trabajo de hormiga es una imagen de lucha, de esfuerzo. Trabajo de hormiga suena a granito de arena. Tal vez mi parte de la lucha es un granito muy pequeño de cincuenta veces mi peso. Da lo mismo, la imagen del TDH siempre es la misma, para lograr algo y llegar de un punto al otro, siempre hace falta esfuerzo,  perseverancia y darse cuenta que solo no se logra nada. El otro día miraba un documental sobre la pobreza en Argentina y me dio las de llorar. La impotencia de recordar que hay más de diez millones de personas muriéndose física o culturalmente, supera a cualquier persona que se considere un luchador. Da ganas de agarrar el fusil y de producir el cambio. De ponerme el traje caqui y reclutar luchadores. Yo creo que la verdadera angustia es la de sentirse solo en el sentimiento de querer que las cosas sean distintas. La de sentirse pequeño, que el grito se ahogue en una masa de personas que prefieren ver programas de televisión mediáticos antes de leer un libro cualquiera que llame a la reflexión ideológica. Y no digo que ver la TV esté mal, digo que aceptar lo que ella muestra sin espíritu crítico es como jugar a la ruleta rusa.

Alguna vez he discutido la razón por la que los militares lograron entrar al poder en los ’70 y no puedo dejar de dar gracias de que el ejército no intervenga en la lucha actual. El gobierno no dejaba vivir a aquellos que no mostraban su libreta marrón del partido peronista. Las escuelas no eran escuelas si no tenían la foto del General para que todos la admiren. No puedo evitar comparar esto con lo que sucede en la actualidad. Se me viene a la cabeza cosas como el aporte voluntario a FPV (Frente Para la Victoria) con que los últimos gobiernos financiaron su campaña desde los sueldos de los empleados de la administración y empresas públicas. Pienso en La Cámpora y su ejército de jóvenes que desean lo mismo que yo, pero a otro precio. No puedo dejar de pensar en los planes de asistencia social que son una mentira grande como la casa rosada y que no hacen más que inspirar falsas esperanzas, en la mentira que nos dicen todos los días que es un país para todos y todas cuando las posibilidades para los hijos del poder son refregadas al frente de nuestras narices, y al levantar la voz nos tratan de “gorilas”, “golpistas”, “elitistas”. Hoy exigir a los políticos es estar en contra del progreso, cuestionar las decisiones y planes de gobierno es ser un puto oligarca que desea producir inestabilidad en el país.

Me gusta leer Clarín, La Nación, La Gaceta, las publicaciones de la Sra. Presidente en Twitter. Me gusta estar informado, para pensar lo que sucede. Sucede que hay cosas incongruentes que no deben ser analizadas, ellos se encargan de analizar todo, nosotros debemos aceptar, votar y creer en el “modelo”. Ayer ponían trabas a los buques a Malvinas, hoy ofrecen vuelos gratis para que los habitantes realicen tratamientos médicos gratis. Ayer y anteayer (2006 y 2010) lanzaron planes de construcción de viviendas, que no funcionaron y que hoy vuelven a lanzar. Ayer privatizaron YPF, hoy la estatizan. Ayer invertían en dólares, comprando y vendiendo inmuebles, hoy son millonarios y decir dólar es mala palabra. Ayer las cosas costaban algo, hoy cuestan el doble. Esto, según los otros no se debe cuestionar.

Si estas cosas no invitan a la lucha, a la revolución, no sé que debe suceder para que todos nos sintamos unos verdaderos buscadores de la justicia. Si ver que el que está al lado se muere de hambre (ojo, ese que se está muriendo de hambre en la calle financió parte de mi carrera profesional) no me motiva a la lucha, entonces deberían tirarme a un pozo. El problema es que el pozo ya está lleno y nos estamos saturando de insensibles.
Rally Barrionuevo, en su disco Circo criollo dice que “es necesario volver a tomar sin miedos ni prejuicios, el tema de la revolución”. No sé cómo se hace eso, pero sé que debemos averiguarlo. Una vez llegué a mi laburo con el Clarín bajo el brazo (trabajo en el estado) y me sentí acosado, agredido. Ese día, leyendo el otro punto de vista, me di cuenta que yo estoy luchando y que eso, para mí se va convirtiendo en una forma de vida y de ver las cosas.

Fuente e inspiración:  http://trabajodehormigabariloche.blogspot.com.ar/

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