martes, 6 de diciembre de 2016

La adivinadora sexual

Luciana es una amiga con la que viví en Buenos en Casa Naranja, junto a Mariana, Nacho, Fer y otros en el 2012. Una de esas noches que no funcionaba el router, decidimos pedir un cuarto de quilo de helado cada uno, estabamos todos. Luciana es una chica especial. Todos la queríamos muchísimo, era muy atenta y le gustaba organizar cenas y se preocupaba por nosotros. Muy trabajadora. Pero a veces se le chiflaba el moño: era una de esas persona de esas a las que no hay que invadires el espacio personal. También era un poco puritana, a tal punto que no le gustaba ver desnudos en la TV, y todo lo que uno le puede decir le daba asco. Había que tener mucho cuidado con lo que se decía frente a ella. Aquella noche en Casa Naranja, Luciana mira el helado todo revuelto de Nacho y le dice:

-Nacho, vos en la cama debes ser un desastre.

Luciana, aquella noche, realizó una observación increíble que adoptaría en una de mis ciencias favoritas: la ciencia de la deducción.

Lo mismo que Luciana hizo al mirar el helado bochornoso de Nacho, se puede hacer en el fútbol.  Yo creo que los países juegan al fútbol según la cultura. No es fácil entender el fútbol. Ya lo sé, muchos dirán que es simplemente un cuadrado de pasto donde hay veintidós pelotudos que corren atrás de una pelota. Si no están dispuestos a abrir un poco la cabeza para escuchar lo que escribo (porque con el corazón se escucha), hagan como los uruguayos y sean indiferentes a todo. ¿Se dieron cuenta que los uruguayos juegan al fútbol sin apuro, relajados, como si perder no fuese tan grave porque parecerían estar seguros que el tiempo siempre les da revancha? Los holandeses deberían aprender un poco de ellos, que no se aguantan ser un país chiquitito con mucho dinero que nunca ganó nada importante: todavía piensan que para ganar un partido hay que piratear al arbitro, simulando faltas o penales. Caso contrario a Japón, que en sus ansias de morir en la más pura de las noblezas jamás va más allá de lo que las reglas permiten. A mi me da la sensación de que viven con miedo a que los bombardeen si se mandan alguna cagada. Los franceses, tan amoros que les encanta apoyarte para que te intimides, son opuestos a los alemanes: fabrican autos buenisimos, silenciosos y muy eficientes. Las ciudades están limpias y los trenes llegan con una demora de no más de un minuto. De la misma manera juegan al balonpié.

La idea ya se entiende, Brasil juega bailando, Italia se para en la puerta de la casa para piropear a las chicas, Nigeria corre como si el tiempo no tuviera mañana. Cada uno juega con lo que tiene. Los países cobardes que están acostrumbrados a bombardear desde lo lejos a otros países, juegan a los pelotazos, tirando centros por la derecha, como Inglaterra. Y los países pícaros que les gusta meterla adentro como venga, hacen goles con la mano, como Argentina.


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