martes, 31 de julio de 2018

La insoportable inmensidad de La Grieta

¿De qué lado estás, chabón?

Hagamos un ejercicio mental. Supongamos que soy católico. En los papeles, todo bien: amar al prójimo, darle de comer al que tiene hambre y abrigo al que tiene frío. ¿Quién puede estar en contra de estos actos tan nobles como humanos? Como soy católico creo en lo que dice mi Santa Iglesia Católica. La Santa Iglesia Católica, por ejemplo, considera que el aborto es una gran ofensa a Dios pues consiste sin duda en el asesinato puro y duro a lo más inocente que se puede concebir en el imaginario popular, un pobre bebé indefenso que quiere salir a la vida para llevar la luz de Dios al mundo. Como soy católico y creo que el aborto no puede ni debe tener lugar en la sociedad que Dios ha planeado, no puedo apoyar a los políticos que siquiera piensen en discutir una ley que lo legalice, entonces apoyo a los conservadores, por ejemplo, a Massa o Macri y hago bandera de los partidos políticos que los tienen como candidatos, lo que significa que, como tengo empatía con ellos porque no están a favor del aborto al igual que yo, apoyo todo lo que hacen. Es así que defiendo a capa y espada al tratado entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional, la reducción del poder adquisitivo de los jubilados, la privatización de las universidades, la flexibilización laboral, la militarización de la policía y la policización de los militares y etcétera.

Ahora hagamos el ejercicio mental inverso. Supongamos que nací en una familia muy humilde que con durísimos esfuerzos se me ha permitido estudiar en una Universidad Nacional. Supongamos además que de casualidad me dieron una beca del Ministerio de Educación o del Interior o del de Ciencia y Tecnología, o del Ministerio que más te guste. Esa beca, junto al esfuerzo personal y el de mi familia, me ha permitido recibirme de, por ejemplo, Ingeniero en Sistemas. Además como me fue tan bien porque al no tener que trabajar cuarenta horas por semana he podido dedicarle más tiempo de calidad al estudio he logrado terminar mi carrera con un diploma de honor de dicha Universidad por mejor promedio, lo que me ayudó a ganar un concurso para hacer un doctorado en el CONICET, por ejemplo, donde he podido ver en carne propia lo que un gobierno progresista puede hacer por un país. Como creo que eso es bueno para el país, quiero que ese proceso de invertir en ciencia y tecnología no se corte, entonces doy mi voto a los políticos que prometen hacerlo, como Scioli o Cristina, por ejemplo. Digamos, para resumir, que soy kirchnerista, entonces apoyo todo lo que el partido apoya: la asignación universal por hijo, el crédito procrear, el progresar, la lucha en contra del FMI, los derechos humanos, 6 7 8, el tren bala, los ARSAT, la dieta a los adinerados para que no tengan diabetes y el aborto legal, seguro y gratuito, por ejemplo.

La grieta es eso que sucede cuando Pablo A se junta con Pablo B a tomar mate e intentan hablar de política, historia, futbol actualidad, series o lo que se les ocurra. Claro, Pablo A y Pablo B quieren hablar del aborto y arrastran toda la historia de creencias políticas y religiosas que los hacen odiarse el uno al otro. La Grieta es ese sentimiento que los separa, esa cosa sentimental que les hace sentir que el otro no puede existir en cuya realidad yo creo es la verdadera. 

En los últimos días estuve hablando mucho con una amiga americana (sí, de los Estados Unidos) sobre Trump, los inmigrantes y de como es que mucha gente por un lado defiende a muerte las medidas anti-inmigrantes (entre muchas otras medidas) convencidos de que con esa actitud EEUU será grande otra vez, mientras que por otro lado hay muchísima gente que estuvo llorando una semana entera cuando ganó Donald. El escenario que me describió me resultó bastante familiar, con familias enteras peleadas, odio generalizado a extranjeros, intolerancia a los que no comparten mi postura y una facilidad increíble para enojarse al que cuestiona mis creencia o ideología política, fuesen las fuesen. En Argentina está sucediendo lo mismo, y en España igual, y en Rusia y en Venezuela y en Inglaterra y en muchos otros lugares.

La Grieta no es algo propio de un país, es algo propio de dos grupos de personas que no pueden hablar por el simple hecho de no tener las mismas convicciones. La Grieta es como un gran espacio de la duda, por eso nadie se quiere meter dentro. En la grieta, el pro-abortista no puede aceptar que los embriones son seres humanos con vida que tienen derechos propios y el anti-abortista no puede aceptar que las mujeres tienen derechos sobre sus propios cuerpos y en muchos casos, tampoco puede aceptar que tienen deseos sexuales y que quieren vivir en plenitud su propia sexualidad. En la Grieta el conservador no acepta las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo y mucho menos su matrimonio y el progresista no acepta la naturaleza religiosa del conservador. En la Grieta el de derecha piensa que el pobre es pobre porque lo quiere y el de izquierda no acepta que los oligarcas sean dueños de la tierra sin compartir los beneficios que recibe de ella. En la Grieta nadie esta dispuesto a debatir, todos están dispuestos a luchar para imponer su punto de vista.

La Grieta es un abismo de duda al que nadie quiere arriesgarse a entrar. El ideólogo del concepto de la Grieta dio en el clavo cuando le puso nombre pues cuando nos la imaginamos pensamos que es como el cañón del colorado y nos aparece la sensación de que es imposible de rellenarlo para que deje de existir. No es así. Pensemos una y otra vez en la idea de la Grieta y van a a ver que su misterio se desvanece. ¡La Grieta no es el cañón del colorado!, repitamos eso mil y una veces. Hace mucho tiempo estoy pensando en una hipotética solución de este problema. Dolina menciona que hay que construir puentes o atisbos de puentes que acerquen las opiniones de ambos lados hacia el lado opuesto. Yo creo otra cosa. Me parece que no le tenemos que tener miedo, creo que todos deberíamos saltar ciegamente a ese abismo de duda e incertidumbre, dejando solos a los grandes poderes que sacan provecho de la Grieta, peleándose entre ellos. Tal vez ahí mismo, en el fondo del abismo de incertidumbre, podríamos encontrar puntos en común que nos permitieren construir una sociedad un poquito más amena. Hagamos una orgía intelectual, donde todos podamos decir lo que pensamos sin ser agredidos, pongamos en duda nuestras ideas y las ideas de los demás, cuestionemos todo aquello que dicen los conservadores y lo que proponen los progresistas y  al fin podamos ver a Pablo A y Pablo B tomando mate con facturas en paz.

Al fin y al cabo Pablo A y Pablo B no han decidido en que lado de la Grieta se ubicaron, una pequeña idea los llevó a seguir una linea de pensamiento que de repente los ubico de este o del otro lado. Pensemos que lindo sería un mundo sin Grieta. Los partidos de fútbol se jugarían con hinchada de visitante. Los countries privados desaparecerían. Los oligarcas compartirían sus tierras con los pequeños productores. La corrupción y la necesidad de cagar a todo el mundo no tendrían sentido.

Saltemos todos, no importa. Hagamos como esas ratas asiáticas que saltan al abismo sin pensarlo. Los pobres y la clase media (no menciono a los ricos pues seguro que filtran este mensaje como Spam), los negros y los blancos, los homosexuales y los muy heteros, los de River y los de Boca, los bilardistas y los menotistas, los filosofos y los contadores, los músicos callejeros y los policías militarizados, todos. ¿Qué puede pasar? Tal vez, en una de esas casualidades nos descubramos humanos y empezamos a divisar que el camino al futuro sustentable solamente se puede transitar con tolerancia, amor y buena onda. Cosas en las que creen tanto Pablo A como Pablo B. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario