domingo, 27 de noviembre de 2016

Había una vez un bosque

Si Bochum tiene algo lindo, son sus fiestas nocturnas en el bosque. Los bosques en Alemania tienen algo especial, algo que no podemos percibir en Argentina, porque la geografía es completamente diferente. Cuando salís de una ciudad argentina, casi siempre te encontrás con campo, o con pastizales, pero casi nunca se pueden encontrar grandes amontonamientos de árboles. Alemania es distinta. Las afueras de las ciudades están hechas de bosques. Cuando lo descubrí, mi cabeza hizo un click y entendí porque todas esas historias para niños se desarrollan en el bosque: Hansel y Gretel, Caperucita roja, Blancanieves, La bella durmiente y todos esos cuentos llenos de misterios y contenidos sexuales. Tal vez es por ese misterio y esa sexualidad flotante en el aire es que las fiestas en los bosque de Bochum son tan especiales.

Fue en una de esas fiestas que conocí a Vera. Fui a esa fiesta con un compañero del laburo pues hacía varias semanas que veníamos hablando de ir a una juntos. La fiesta se estaba llevando a cabo en una casa abandonada en el medio del bosque. Alguien había llevado un generador eléctrico, un DJ amateur pero muy bueno ponía música, unos amigos de mi amigo vendían birra y alguien había adornado todo con lucesitas de colores. Todo estaba buenísimo. Pude identificar distintos grupos de personas que todavía no se habían mezclado: la noche era joven. Había muchos ingenieros (te das cuenta por la ropa limpia y ordenadita al toque), gente normal, hippies, tecnos drogados o en proceso de estarlo y finalmente los inclasificables. Vera era una de ellas. Mi amigo Philip nos presentó, yo no le pude hablar en alemán así que le dije dos cosas y me quedé en el molde. Debería describir como es Vera, pero es medio difícil pues la he conocido por partes. Aquella primera noche estaba mareado, parece que la cerveza tenía mucha pimienta.

La curiosidad de Vera no pudo con su genio y al rato ya me estaba preguntando sobre mi origen y ocupación. Lo del origen se resolvió fácilmente, desde que perdimos la final en Brasil todo Alemania sabe donde está Argentina. Lo de la profesión no tanto. Culpa de los pantalones hippies que llevaba esa noche y de mi pelo largo, me tomó quince minutos y la ayuda de un intérprete alemán para que Vera entienda que soy ingeniero a pesar de que no llevaba ropa limpia. A mi me tomó otros veinte minutos entender que ella está estudiando para ser Pastor de la iglesia protestante. De hecho, según sus palabras, su mayor deseo es ser "la mejor pastor de todos los tiempos". Así como lo escuchás. Minutos mas tardes un chabón  que nunca había visto en mi vida (del grupo de los ingenieros) me increpó y preguntó si yo era Pablo de Argentina y me contó alegremente que era amigo de mi ex. Dos minutos de silencio me tomó darme cuenta que tenía ganas de irme a la mierda.

La segunda vez que la vi, fue en una fiesta en un boliche en Bochum. Esa noche estaba feliz como perrito con dos colas porque estaba con Grytsje, quien había viajado a Bochum para verme. En el medio de la noche, mientras estábamos bailando y charlando, Vera aparece muy amistosa, con una alegría que desbordó mi sorpresa. Pude conocer algo nuevo de Vera aquella noche: en la luz negra pude ver sus dientes, blancos, brillantes como reflectores encendidos a toda potencia.

La vez tercera fue en otro lado, no me acuerdo bien. No, mentira, si me acuerdo. Fue en el cumpleaños sorpresa que organizamos para Alex, un amigo. Yo salía a fumar, ella entraba a la fiesta. La luz estaba prendida y fue la primera vez que le vi la cara a plena luz. Descubrí que tenía la piel un poco oscura como si hubiera tomado sol hace poco y ojos azules muy claros y muy gigantes. 

La cuarta fue en otra fiesta, alguien estaba inaugurando un nuevo departamento. Ella estaba con Ian, su novio. Yo conocía a Ian: un tipazo, gran amigo de Stefan. Fue una linda sorpresa ver que estaban juntos porque nunca me imaginé que se conocían: los dos son buena gente. El tema de la fiesta era ir vestido de negro (sí, en Alemania todas las fiestas son temáticas) y  esa noche descubrí que Vera es muy flaca, y que podría hablar de cualquier cosa con ella: me dijo algo muy lindo, que me hizo un poquito más feliz: me contó que esa noche que nos vimos en ese boliche, vio mucho amor entre Grytsje y yo.

La vi una quinta vez la noche de Halloween, no nos dimos bola, cada uno estaba en lo suyo. Finalmente la vi una una sexta vez hoy, en la universidad después del almuerzo. Nunca antes la había visto a plena luz del día. Por supuesto, no nos reconocimos a primera vista. Me contó que el fin de semana hubo una fiesta buenísima no se donde y pensó que me encontraría allí,  a lo que yo le conté que ese fin de semana yo estuve en Ámsterdam,  con Grytsje. Descubrí que es rubia y que tiene el pelo muy largo y desordenado y me dí cuenta que la gente en muy diferente a la luz del día que de la noche.

Vera es una linda piba pero tremendamente frágil. Parece asustada. Es joven, no me quiso creer los 30 años que llevo vividos. Es muy curiosa. Le gusta hacer reír a la gente, ser líder llevando y trayendo las conversiones y controlando quien forma parte de su círculo íntimo.

Siempre me gusta encontrarla de casualidad, en la oscuridad de la noche alemana. Me gusta ese sentimiento de que no sé que es lo que puede pasar. Creo que cuando salgo a la noche sin una idea fija  siento que estoy adentro de uno de esos cuentos clásicos que transcurren en los bosques alemanes, donde los pájaros comen las migas que indican el camino de regreso a casa, las doncellas son perseguidas por brujas malvadas para robarles su belleza y yo conozco gente loca que está buscando el sentido de su vida.


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